La siesta

En el interior se duerme la siesta, no es noticia, se sabe. Pero uno que vivió en ciudades grandes, volver a "los pagos" a veces hace que se note este tema.
Por ejemplo, está el porteño que se va de vacaciones a Córdoba, encuentra un pueblito casi inhóspito, tranquilo, para relajarla sin culpa. Se levanta tarde, sale a caminar (porque no lo hace en todo el año, pero de vacaciones cree que lo mantendrá saludable hasta el próximo verano). Se hacen las 12:30 del mediodía, y no compró la carne para el asado, menos el carbón. A partir de ese momento, la relajación con la que contaba se le fue a la mierda junto con la esperanza de encontrar una carnicería abierta.

El mundo se muere de 12:30 a 16:00 todos los días en el interior. Ni se te ocurra tocar timbre o llamar por teléfono! Ya existe entre la gente una etiqueta de la siesta. Si llamas por teléfono en ese lapso de tiempo, por lo menos te tiene que estar dando un segundo infarto. No menos que eso. Los únicos que tienen el tupé de llamar a esa hora son los porteños, ofreciéndote publicidades y recibiendo como respuesta un corte seco de teléfono en el mejor de los casos.

Como decía, el mayor problema de quien vivió en la capital, o una ciudad grande, es que la siesta dejó de pertenecerle como antes, y al regresar el momento de la siesta puede ser una tortura, como me ha pasado que he necesitado un repuesto o algo y he tenido que esperar hasta la hora que corresponde para ir a comprarlo.

No me quejo, me gusta esta costumbre, por lo menos me gusta más que entrar a un negocio porteño saludar con la mejor de las ondas y que te miren con cara de orto como a un bicho raro.

Posted on 02 May 2013
Written by Leandro Ardissone