Apoliticando

Nunca me atrajo el mundo de la farándula, me preguntas como se llama una actríz y lo mas probable es que no sepa, la puedo llegar a conocer por cara, pero no creo que recuerde su nombre. Mucho menos voy a saber sobre su vida, con quien está casada, donde vive, que hace en la actualidad.

Puede ser que recuerde nombres pero no pueda asociarlos a la persona. Por ejemplo, el otro día descubrí que Ben Stiller y Adam Sandler son dos personas distintas. No es que me los confunda al verlos, sino que mi cerebro había asociado a ellos de alguna forma.

Así como me pasa con el mundo del espectáculo, me pasa con la política. Especialmente en la política argentina, que no deja de ser un espectáculo. Ver como las oposiciones políticas se pelean como niños por boludeces, a tal nivel (bajo nivel) que podrían cubrir la tarde entera de alguno de estos programas de cholulaje.

Y especialmente no me gusta la política, porque el problema es que no podés estar de acuerdo con diferentes partidos políticos. No te puede gustar algunas cosas de un partido y otras de otro, porque o sos un opositor o sos un oficialista. Ni hablar de partidos menores, que no cortan ni pinchan.

Y, como pasa con el fútbol (otro espectáculo), no se puede hablar con nadie que simpatice con otro partido/equipo, porque es para discutir. Algo que no sucede tanto en el mundo del faranduleo.

Ahora, mi mayor problema es que siempre aposté a la ciencia y no tolero ver cosas que no se hagan sin productividad. Para mí, un trabajo que no aporta nada a la vida no es digno, y digo a la vida, porque me refiero elevandome a la humanidad en sí, no a sectores o fracciones.

Un politólogo, por ejemplo, que aporta? La política en general no aporta nada más que conflictos, que a su vez generan gastos materiales innecesarios. Solucionar cuestiones científicas y/o naturales, jamás.

Así que, estimados, considereme un apasionado apolítico.

Posted on 07 Mar 2013
Written by Leandro Ardissone